No entiendo por qué vinimos acá, no entiendo por qué alguien dice suficiente y te lleva del montón, te separa del presente. No creo en la televisión, no leo diarios ni me cuelgo dientes. Vivo en esta habitación, pero en la vereda de enfrente. Si no soñara con un mundo sin más tristezas ni carencias ni dolor... me voy. Y si esta vida se deshace, y entre alegrías vuelvo a ser feliz, no me quiero ir de acá.
Está todo bien, soy yo el que está mal. La paz está en guerra y todo es como siempre, el que gana es el ladrón, el que miente, el que estafa, el que no siente. ¿Habrá un lugar donde el sueño es real?, donde no hayan caretas, ni traición ni muerte. Cuando canta el corazón, el paisaje es igual al de mi mente.
Podrán gobernar con miedo y terror porque para eso está Dios, la Virgen y el Pecado. Te persiguen con perdón, con consumo, violencia y encerrado quedás en el medio de esta orgía, en el costado de este gran supermercado, donde nada sale gratis y es que siempre es a nosotros a los que nos cuesta caro. Parece que nos vamos alejando y que ya nadie se acuerda a donde vamos, gente nace y crece, trabaja y muere, no encuentro la razón de estar callado. Es la utopía de estos tres o cuatro acordes despertar a los instintos del letargo, evitar el rebaño buscando la puerta donde la libertad me está esperando.
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