Hace frío y hasta las rosas se ven grises.
Y aunque es una buena imagen para un sábado,
el viento y tu ausencia lo vuelven complicado.
Cuando leo, mi alma es como un vaso que se va llenando.
Y cuando escribo, mi mente suele vaciarse hasta quedar en limpio.
A veces pienso en lo infelices que serán los ricos,
o en el eterno frío del rio infinito.
El extraño placer que siento al ayudar,
o la constante incertidumbre de vivir.
Aprender y crecer lleva tiempo,
y de a poco carcome tu felicidad.
Hasta que la risa se vuelve silencio,
y ahí la volvés a buscar.
Si tuviera otra oportunidad,
haría casi todo igual.
Quiero llegar a esa serenidad
que solo con experiencias se puede alcanzar.
Morir quizás no sea la mejor opción.
Y aunque me cueste la risa,
voy a seguir viviendo, mi amor.
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