Las vías, son frías distantes y apagadas.
Ellas sólo sirven cuando el tren hace su llegada
haciendo temblar su mundo
y cargándolas de dolor, de lo absurdo.
Todo se detiene por un segundo
menos el viento y yo, que me asusto.
Y de a poco todo empieza a temblar.
Otro tren va a arribar.
Chispotea fastidiando al primer tren
que ofendido, se comienza a mover.
Y sin darme cuenta, se fugó
y todo vuelve a su triste y aburrido color.
La gente, marcha sobre el asfalto,
viviendo en el engaño.
Quizás hoy el cielo descargue su llanto
por la tristeza de ser tan ignorado.
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