Partimos de la base de que todo es mentira. Bueno, no
mentira, pero tampoco es verdad. No una verdad absoluta. Todo lo que sabemos
sobre el mundo, son, en realidad, teorías. Nada se puede comprobar absolutamente
porque, además, depende de perspectivas, y de quien cuente esa historia. Todo
hecho es relativo.
Estamos en
una construcción bien hecha, porque son pocos los que dudan de la realidad
armada en la cual nos vemos sumergidos. Es muy difícil cuestionar esa realidad,
si lo hacemos corremos el riesgo de que nuestra construcción se venga abajo.
Como hay
pocas verdades y ninguna absoluta, las únicas verdades a las que podemos
acceder yacen en nuestro interior. Como cuesta conectar con ellas. Que poco
espacio nos da la sociedad del siglo XXI para pensar.
Entre los infinitos
medios de comunicación bombardeando con frases sensacionalistas, las historias
pasajeras que solo duran 24 hs y se convierten en noticias de ayer, las redes
(anti)sociales, entre este torbellino de sensaciones y especie de control
mental, revolución es pensar independientemente, cuestionando toda verdad, y
sobre todo, a nosotros mismos. ¿Por qué pensamos lo que pensamos?, ¿es nuestro
juicio el que nos dice que está bien y que está mal, o son las reglas ya
armadas de este sistema?
Este
sistema bien hecho, nos necesita sin interrogantes, y peleándonos entre
nosotros mismos. Somos la mayoría de la humanidad sobreviviendo, conformándonos
con lo poco que nos dejan, consumiendo sin chistar cosas que no necesitamos, y
en ese confort nos apaciguan como buen ganado que sabemos ser. Sin pobres, no
hay ricos. Pero sin consumo, su sistema cae. Si nos diéramos cuenta con que tan
poco podemos destruir su opresión, y en vez de pelearnos por nuestras
diferencias nos abrazáramos por lo que tenemos en común, este absurdo juego sería
inútil.
Yo creo
firmemente en nuestros antepasados, viviendo en comunidades y consumiendo todo
lo que la tierra les ofrecía. Y ciertamente es la solución, darnos cuenta que
no necesitamos el mejor celular, la tele de 70 pulgadas, etc. de tonterías que
ha creado el organismo de poder sometiéndonos a la estupidez total. Pero, ahora
que ya hay una gran producción y acostumbramiento a ciertos placeres,
simplemente el intercambio, podría funcionar.
El
principio del fin empezó con el concepto de propiedad privada y el hecho de
acumular alimentos o diversas cosas que no íbamos a consumir, negándole el
derecho humano a otra persona que si necesitaba alimento. ¿Por qué tanto miedo
a compartir?
El poder
corrompe la humanidad.
Si hay
alguna esperanza de un futuro bueno para todos, está lejos de partidos políticos,
de instituciones, de leyes. Está bien cerca de la libertad y la educación.
Nosotros
podemos en sociedad ser nuestro problema o nuestra solución.
Pareciera más
fácil hacer caso omiso a nuestras necesidades básicas, y pagar con nuestro
tiempo de vida, esas cosas que nunca hemos necesitado.
La
humanidad se ha equivocado de rumbo. Hubo un quiebre, en un momento decisivo,
que nadie pudo frenar. Ese hambre de poder, esa excitación al someter a otros o
sentir mas autoridad, debió ser erradicada cuando sucedió, pero no fue así.
Si podemos
volver a ese punto podemos volver a formarnos como sociedad con otras bases y
principios.
Y no me
digan que es utópico. La libertad y la felicidad parecen utopías en un mundo
como este, pero si simplemente recordamos que somos nuestros propios jefes, si
compartimos en vez de mezquinar, si nos rebelamos, vamos a poder parar un
futuro que viene avasallando con todo lo que nos queda de humanos. Por sobre
todo hay que juntarnos y organizarnos, y luego, cuando cada uno dé su opinión y
cuente qué es lo que necesita, verán que es muy simple, todos tenemos eso en común:
queremos ser felices.
No hay comentarios:
Publicar un comentario